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You’ll Be My Mirror
El “otro” y la definición de la identidad
“No hay nada que no sea esto; no hay nada que no sea aquello. Esto vive en
función de aquello. Tal es la doctrina de la interdependencia de esto y aquello. La
afirmación lo es frente a la negación. Y viceversa.”
Chuangtsé
La definición de la propia identidad es una de las máximas preocupaciones del
ser humano. En los diccionarios y en su uso común, conviven sin conflicto dos
significados de esta palabra, aparentemente contrapuestos. Por una parte, identidad
expresa una idea de equivalencia, de igualdad (por ejemplo, de dos objetos) y, por otra,
apunta a la singularidad, la distinción de un elemento de todos sus semejantes. Es esta
segunda acepción la que utilizamos, casi irreflexivamente, cuando nos referimos a la
persona. Esta conciencia de ser único e irrepetible (pero, eso sí, dentro de una especie,
género o grupo con características comunes) es fruto de un proceso de diferenciaciónanalogía
que el sujeto sólo puede llevar a cabo mediante un ejercicio de comparación.
Salvatore Elefante, Joana Comas y Felix Nybergh exponen los resultados de sus
respectivas investigaciones fotográficas alrededor del inagotable tema de la identidad.
El cuerpo físico como envoltorio sensible, la herencia genética y el peso de las
tradiciones y expectativas familiares, los factores sociales y culturales (que se organizan
en sistemas de valores y creencias)... A pesar de la heterogeneidad de los ámbitos
considerados, los tres autores vuelven de su búsqueda con una misma y desconcertante
revelación. Aventurándose en los incógnitos territorios de la cuestión del ser, se han
encontrado –no sin cierto estupor– delante de un espejo arcano semitransparente. Más
allá del antagonismo del dualismo de Parménides, más allá del propósito conciliador de
la síntesis aristotélica, más allá incluso del reconocimiento del carácter funcional y
relativo de los opuestos de las doctrinas orientales, la superficie vislumbrada, ambigua y
fluctuante refleja una imagen irracional en la que se anulan fatalmente todas las
diferenciaciones ontológicas. Arrojada, una vez más, al oscuro abismo de la existencia,
la urgente pregunta “¿quién soy?” parece recibir como paradójica respuesta un eco del
antiguo Upanishad Chandogya: “Tú eres el otro.”
El “otro” y la definición de la identidad
“No hay nada que no sea esto; no hay nada que no sea aquello. Esto vive en
función de aquello. Tal es la doctrina de la interdependencia de esto y aquello. La
afirmación lo es frente a la negación. Y viceversa.”
Chuangtsé
La definición de la propia identidad es una de las máximas preocupaciones del
ser humano. En los diccionarios y en su uso común, conviven sin conflicto dos
significados de esta palabra, aparentemente contrapuestos. Por una parte, identidad
expresa una idea de equivalencia, de igualdad (por ejemplo, de dos objetos) y, por otra,
apunta a la singularidad, la distinción de un elemento de todos sus semejantes. Es esta
segunda acepción la que utilizamos, casi irreflexivamente, cuando nos referimos a la
persona. Esta conciencia de ser único e irrepetible (pero, eso sí, dentro de una especie,
género o grupo con características comunes) es fruto de un proceso de diferenciaciónanalogía
que el sujeto sólo puede llevar a cabo mediante un ejercicio de comparación.
Salvatore Elefante, Joana Comas y Felix Nybergh exponen los resultados de sus
respectivas investigaciones fotográficas alrededor del inagotable tema de la identidad.
El cuerpo físico como envoltorio sensible, la herencia genética y el peso de las
tradiciones y expectativas familiares, los factores sociales y culturales (que se organizan
en sistemas de valores y creencias)... A pesar de la heterogeneidad de los ámbitos
considerados, los tres autores vuelven de su búsqueda con una misma y desconcertante
revelación. Aventurándose en los incógnitos territorios de la cuestión del ser, se han
encontrado –no sin cierto estupor– delante de un espejo arcano semitransparente. Más
allá del antagonismo del dualismo de Parménides, más allá del propósito conciliador de
la síntesis aristotélica, más allá incluso del reconocimiento del carácter funcional y
relativo de los opuestos de las doctrinas orientales, la superficie vislumbrada, ambigua y
fluctuante refleja una imagen irracional en la que se anulan fatalmente todas las
diferenciaciones ontológicas. Arrojada, una vez más, al oscuro abismo de la existencia,
la urgente pregunta “¿quién soy?” parece recibir como paradójica respuesta un eco del
antiguo Upanishad Chandogya: “Tú eres el otro.”
Luca Pagliari
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